sábado, junio 20, 2009


Ídolo.
m. Persona o cosa amada o admirada con exaltación.


Casi todos tenemos alguno en nuestra vida diaria. Desde estrellas de cine a famosos pintores, pasando por deportistas de élite o artistas musicales... En definitiva, gente a la que admiramos porque nos gustaría parecernos a ellos/ellas en algún aspecto.

Suelen ser estrellas mediáticas, gente que mueve masas y cuya vida privada salta a los tabloides cada dos por tres. Estos hombres y estas mujeres suelen ser personajes de fama algo efímera y fugaz, que hoy en día son adorados por millones pero mañana serán condenados al olvido por muchos.

La definición que he plasmado al principio de este texto proviene del diccionario de la Real Academia Española. Siguiendo con puntillosidad este concepto, esta idea, hoy quiero exaltar a un personaje que no ha sido "famoso", cuya vida privada no se ha visto plasmada de forma continua en la prensa rosa... un hombre al que probablemente muchos no conozcan (o, al menos, no tan bien como a Madonna o Bono), un hombre que nunca ha movido a masas de jóvenes fanáticos a lo largo del mundo, un hombre cuyo nombre apenas se ha pronunciado en el día a día... porque las personas que realmente merecen la pena en esta vida no suelen estar en boca de todo el mundo ni precisan de la admiración y la aprobación constantes de un sector de la sociedad.

Este hombre no nos ha legado una canción... ni un cuadro... ni una película... tampoco un libro... Ha hecho al mundo entero un regalo que rara vez alguien obsequia: su propia vida, su bondad, su entera dedicación a los demás... a los más desfavorecidos, a aquellos que más necesitan nuestro cariño, nuestro amor y nuestra ayuda y a los cuales tenemos la horrible y fría costumbre de borrar de nuestras mentes, como si no existieran... porque es más bonito, más fácil... más estúpido y más hipócrita... hacer oídos sordos ante los llantos de aquellos pobres desesperados que no tienen nada que comer o carecen de una razón para seguir adelante...

Señoras y señores, hoy ha muerto un hombre bueno de verdad: hoy ha muerto Vicente Ferrer... pero seguirá vivo en los corazones de millones de personas que le deben su vida... Y a todos los que deseemos no seguir haciendo oídos sordos, nos queda su legado. De nosotros depende continuar su mensaje y hacer de éste un mundo más justo y por el que valga la pena vivir y luchar... porque no debemos olvidar que el mundo, señoras y señores, lo construimos nosotros cada día, con nuestras acciones (o su ausencia), con nuestra actitud y también con algo tan sencillo y aparentemente efímero como son nuestras palabras...


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