jueves, abril 26, 2007

SUNSHINE. EL SOL SE APAGA.

Danny Boyle (28 Días Después, Trainspotting) dirige este thriller de ciencia ficción que tiene por protagonistas a Cillian Murphy (Batman Begins), Chris Evans (Cellular), Troy Garity (El Gran Golpe), Cliff Curtis (The Fountain), Hiroyuki Sanada (El Último Samurai), Benedict Wong (Código 46), Michelle Yeoh (Memorias de Una Geisha) y Rose Byrne (Troya). De entre todos ellos, esta última actriz australiana brilla con luz propia.



UNA CATÁSTROFE INEVITABLE SE CIERNE SOBRE NOSOTROS.


El Sol es en muchos sentidos el centro de nuestra vida. La edad de nuestra estrella se estima en unos 5000 millones de años y se cree que actualmente se encuentra en su vida media; es decir, todavía le quedan otros 5000 millones de años por delante.

El argumento de Sunshine arranca en un futuro gris y gélido (dentro de unos 50 años; aunque el año exacto no se especifica, los indicios visuales de tecnificación son muy sutiles) para los habitantes de la Tierra. El Sol se apaga y con él lo hace la vida en nuestro planeta. La última esperanza para la humanidad es intentar reactivarlo usando un titánico y misterioso artefacto explosivo. Éste fue transportado en una gigantesca nave tripulada cuya misión consistía en acercarlo a cierta distancia del Sol para lanzarlo y detonarlo en su interior. Eso fue hace 7 años. Se perdió todo contacto con la nave pero se sabe a ciencia cierta que la misión fracasó, pues el astro moribundo continúa su agonía.

En un último y desesperado intento por salvar lo que queda de nuestro planeta, se construye una nueva nave equipada con enormes escudos solares y una segunda bomba. La fabricación del artefacto ha resultado tremendamente costosa: no quedan suficientes recursos en la Tierra para crear un tercero. Ya no hay vuelta atrás. Es la última oportunidad...


EL ESPACIO PROFUNDO.

El espacio es (o al menos lo parece) infinito y, en todo caso, inabarcable; inconcebiblemente inmenso para la mente humana. Los 8 tripulantes de la nave Icarus II, protagonistas de esta película, se enfrentan a una situación a todas luces desesperada y su viaje es increíblemente intenso, profundo y revelador. Viajan hacia el brillante Sol, sí, pero también hacia el abismo de sus almas, donde la oscuridad puede apoderarse de ellos. Caminan hacia lo desconocido, la soledad, la incomunicación, la catástrofe y... el terror. Sí, en la película hay miedo, tensión y sustos, pero no hay escenas excesivamente fuertes o desagradables. Es un terror mucho más sutil, más psicológico. Estamos ante una película adulta donde el espacio puede ser el escenario terrible y misterioso de una pesadilla extremadamente palpable, no ante un irreal paseo espacial sacado de un mal capítulo de serial de ciencia ficción mediocre (ahora mismo vienen a mi cabeza las escenas de Bruce Willis y compañía recorriendo la superficie del meteorito en Armageddon).


La incomunicación de los protagonistas con su propio mundo (culpa de las interferencias que crea la proximidad al Sol) es el sutil detonante del horror, el malsano prólogo hacia la lucha por mantener la cordura... y la vida. En un entorno que se vuelve por momentos misterioso, solitario y hostil han de estar vivos y llegar al Sol para cumplir con la misión y salvar las vidas de sus seres amados y el resto de la humanidad.

Para recrear este entorno tan incómodo pero en ocasiones terriblemente hermoso el director Danny Boyle utiliza una ambientación sonora muy adecuada, que engrandece las imágenes, expande las fronteras del espacio visual e impregna de misterio y terror algunas escenas.

Además, el tratamiento visual es excelente y refleja el ingenio y buen gusto de un director que mezcla con acierto los enfoques más típicos de las grandes producciones comerciales y el encanto, la personalidad y la expresividad que derivan de la experimentación y el atrevimiento; ambas, características más propias del cine independiente.

Expondré algunos ejemplos de este novedoso tratamiento visual al tiempo que evito revelar datos relevantes del argumento:

- La súbita inserción de un fotograma extraño en medio de una secuencia perfectamente normal es capaz de crear una enorme tensión y bastante mal rollo. La primera vez, el corazón da un vuelco.

- La congelación de la imagen varias veces durante una secuencia de movimientos extremadamente rápidos sirve para crear un extrañamiento, cierta incomodidad y, al tiempo, nos permite contemplar en los actores expresiones que de otro modo pasarían desapercibidas.

- El desenfoque de las lentes y la difuminación de los contornos crean un efecto muy artístico y dotan de expresividad ciertos momentos de la película.

- El tratamiento de la luz es fabuloso pero las oníricas escenas en las que contemplamos el cegador poder del Sol a través de los protagonistas se llevan la palma. En ellas hay una enorme belleza, una beatífica sensación de paz y un halo de incertidumbre que podemos ver reflejado en los ojos de los actores. La música contribuye muy positivamente en todo ello.



NO ES EL TÍPICO CINE DE CATÁSTROFES.

Cuando uno ve el cartel de la película o un reportaje hecho sin criterio (yo ya me he tragado varios y, creedme, me ha costado digerirlos), es inevitable pensar en la larga lista de películas sobre catástrofes (Deep Impact, Armageddon, Volcano, El Día de Mañana, El Núcleo) y asumir que estamos ante un ejemplo más de este tipo de cine que se resiste a pasar de moda.

Estaríamos equivocados. Sunshine es muy distinta y estoy seguro de que la nacionalidad inglesa (en contraposición con las tendencias "made in USA") del director tiene mucho que ver con ello.

Es personal y atrevida en su forma (la fachada audiovisual) pero el fondo (el guión como vehículo y como espacio psicológico interactivo) es igualmente innovador: el trasfondo es atractivo, la historia está perfectamente hilvanada y transcurre con elegancia al tiempo que no resulta estúpidamente optimista (uno puede morderse las uñas hasta el final); además en ocasiones resulta mucho más profunda de lo que cabría esperar, con aspiraciones a clásico de ciencia ficción (antes de que alguien se me eche encima, permitidme recalcar que he usado el término "aspiraciones"). Contiene elementos del clásico 2001: Una Odisea del Espacio, Alien: El Octavo Pasajero, Misión A Marte, Solaris y muchos otros de cosecha propia y francamente meritorios.

Aunque habrá quien diga (estoy seguro de que lo leeré más de una vez) que se queda en tierra de nadie, a medio camino entre la acción, el espectáculo, y la más sesuda sobriedad; entre la ciencia ficción, el cine de catástrofes y una cinta de terror, mi opinión es bien distinta.

Aplaudo la exitosa gestación del híbrido y rompo una lanza en favor de esta película, con la firme creencia de que el tiempo hará que sea mejor apreciada por un público con menos prejuicios (que no espere ver un clon de "Armageddon") y que la acepte como lo que es: una gesta espacial digna de ser recordada, un universo rico en detalle con personalidad propia y una nueva muestra de que es posible impregnar con talento y profundidad el típico "cine de palomitas".

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